“Un
tiempo que no podemos entender”
La
guerra de Malvinas fue una operación político militar para intentar salvar años
de inoperancia y negligencia que, lamentablemente, se cobró la vida de
jóvenes argentinos que dieron todo para defender la soberanía de su país sobre
las islas sin las armas y con condiciones adversas. A pesar de esto, el país
seguía en marcha y la selección nacional de fútbol se presentó a defender el
título España.
El partido inaugural fue contra
la selección belga el 13 de junio de 1982 y el resultado fue inesperado. Nadie
pensaba que el plantel argentino podía ser vencido tan fácilmente con jugadores
como Ramón Díaz y Maradona en cancha. La decepción que sufrió el pueblo
futbolero fue muy grande. Ese mismo día se dio la rendición argentina en
Malvinas.
La
angustia también provenía de la sangrienta guerra que estaba
ocurriendo en Malvinas. Al día siguiente del debut llegó la noticia de la rendición ante los ingleses, 74 días después del desembarco de las tropas argentinas a las
islas. Desde ese momento, se empezaron a conocer detalles insólitos que les
tocó vivir a muchos argentinos. Entre ellos, el relator Juan Carlos Morales
tuvo que relatar un partido entre Alemania e Inglaterra, sin nombrar al
conjunto Británico.
"Fue un
pedido concreto de la gerencia de programación de radio Rivadavia. En la previa
de aquel partido, nos avisa el coordinador desde Buenos Aires, que no se podía
nombrar a Inglaterra. Lo primero que preguntamos fue 'Entonces, ¿para qué lo
transmitimos?', recordó Morales.
A nivel local, la pelota siguió
rodando. El 2 de abril, cuando las tropas argentinas desembarcaron en
Las Malvinas (fecha que se toma como inicio de la guerra), por la novena fecha
del Nacional, hubo fútbol en el estadio de Gimnasia y Tiro de Salta. Once días
después, la AFA, con Grondona a la cabeza, decidió llamar al Torneo Metropolitano de 1982 como
“Malvinas Argentinas”, para luego modificarlo y renombrarlo como “Soberanía
Argentina en las islas Malvinas”. El objetivo principal era aumentar el sentimiento
nacionalista. El 2 de mayo,
un día de enorme tristeza por el hundimiento del Crucero General Belgrano que dejó 323 víctimas fatales, también hubo
fútbol.
Los jugadores tampoco estabas
exentos de la guerra. Omar De Felippe, estaba a punto de debutar en la primera
de Huracán, fue reclutado por el ejército cuando comenzó la guerra. Finalmente,
debutó en primera división un año después de su regreso de las islas. "Uno
recuerda la incertidumbre por lo que iba a vivir allá. A esa edad éramos un
poco inconscientes. Pero cuando regresamos, moralmente estábamos
destruidos", aseguró el jugador.
Gustavo
De Luca tenía un buen porvenir delante de él, estaba en la reserva de River y
varios lo miraban como posible debutante en el corto tiempo. "Cuando me
dijeron que iba a Comodoro Rivadavia y que me presentara en El Palomar en 24
horas me presagié algo", afirmó De Luca que prefiere olvidarse de todo.
Malvinas es un duro
recuerdo para los argentinos, y el fútbol no estuvo ajeno en las decisiones de
los poderosos. Fuertes son las conexiones de este deporte con la dictadura, por
ejemplo, Videla festejando goles y luego entregando la copa a metros de la
ESMA, uno de los centros clandestinos de detención más violentos.
Según varios sociólogos, el
fútbol es una metáfora de la guerra, en 1982 Argentina de la mano de
sangrientos dictadores transformaron la metáfora en realidad jugando no solo
con la ilusión y esperanza de los ciudadanos, sino que, con sus propias vidas.
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