martes, 11 de noviembre de 2014

Malvinas y el fútbol.

“Un tiempo que no podemos entender”
La guerra de Malvinas fue una operación político militar para intentar salvar años de inoperancia y  negligencia  que, lamentablemente, se cobró la vida de jóvenes argentinos que dieron todo para defender la soberanía de su país sobre las islas sin las armas y con condiciones adversas. A pesar de esto, el país seguía en marcha y la selección nacional de fútbol se presentó a defender el título España.
El partido inaugural fue contra la selección belga el 13 de junio de 1982 y el resultado fue inesperado. Nadie pensaba que el plantel argentino podía ser vencido tan fácilmente con jugadores como Ramón Díaz y Maradona en cancha. La decepción que sufrió el pueblo futbolero fue muy grande. Ese mismo día se dio la rendición argentina en Malvinas.
  La angustia también provenía de la sangrienta guerra que estaba ocurriendo en Malvinas. Al día siguiente del debut llegó la noticia de la rendición ante los ingleses, 74 días después del desembarco de las tropas argentinas a las islas. Desde ese momento, se empezaron a conocer detalles insólitos que les tocó vivir a muchos argentinos. Entre ellos, el relator Juan Carlos Morales tuvo que relatar un partido entre Alemania e Inglaterra, sin nombrar al conjunto Británico.
"Fue un pedido concreto de la gerencia de programación de radio Rivadavia. En la previa de aquel partido, nos avisa el coordinador desde Buenos Aires, que no se podía nombrar a Inglaterra. Lo primero que preguntamos fue 'Entonces, ¿para qué lo transmitimos?', recordó Morales.
A nivel local, la pelota siguió rodando. El 2 de abril, cuando las tropas argentinas desembarcaron en Las Malvinas (fecha que se toma como inicio de la guerra), por la novena fecha del Nacional, hubo fútbol en el estadio de Gimnasia y Tiro de Salta. Once días después, la AFA, con Grondona a la cabeza, decidió  llamar al Torneo Metropolitano de 1982 como “Malvinas Argentinas”, para luego modificarlo y renombrarlo como “Soberanía Argentina en las islas Malvinas”. El objetivo principal era aumentar el sentimiento nacionalista. El 2 de mayo, un día de enorme tristeza por el hundimiento del Crucero General Belgrano que dejó 323 víctimas fatales, también hubo fútbol.
Los jugadores tampoco estabas exentos de la guerra. Omar De Felippe, estaba a punto de debutar en la primera de Huracán, fue reclutado por el ejército cuando comenzó la guerra. Finalmente, debutó en primera división un año después de su regreso de las islas. "Uno recuerda la incertidumbre por lo que iba a vivir allá. A esa edad éramos un poco inconscientes. Pero cuando regresamos, moralmente estábamos destruidos", aseguró el jugador.
 Gustavo De Luca tenía un buen porvenir delante de él, estaba en la reserva de River y varios lo miraban como posible debutante en el corto tiempo. "Cuando me dijeron que iba a Comodoro Rivadavia y que me presentara en El Palomar en 24 horas me presagié algo", afirmó De Luca que prefiere olvidarse de todo.
Malvinas es un duro recuerdo para los argentinos, y el fútbol no estuvo ajeno en las decisiones de los poderosos. Fuertes son las conexiones de este deporte con la dictadura, por ejemplo, Videla festejando goles y luego entregando la copa a metros de la ESMA, uno de los centros clandestinos de detención más violentos.

Según varios sociólogos, el fútbol es una metáfora de la guerra, en 1982 Argentina de la mano de sangrientos dictadores transformaron la metáfora en realidad jugando no solo con la ilusión y esperanza de los ciudadanos, sino que, con sus propias vidas. 

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